Sinopsis
No ha pasado más que un año desde que los caminos de Citra y Rowan se separaron, pero en este tiempo los rumores sobre un justiciero que persigue a los segadores corruptos se han multiplicado. Por todo el continente se oyen susurro de que los culpables acaban siempre devorados por las llamas. La segadora Anastasia criba con compasión y desafía abiertamente las ideas del nuevo orden. No obstante, cuando su vida se ve amenazada y sus métodos se cuestionan, queda claro que no todos los miembros de la Guadaña desean el cambio y que la podredumbre crece hasta en los cimientos más sólidos. La muerte debe existir para que la vida tenga sentido. Pero ¿cuál es el precio que cada segador está dispuesto a pagar?
Opinión.
En primer lugar, he de decir que tenía muchas ganas de hacer esta reseña. Siega me encantó y tenía grandes expectativas puestas en la continuación. Dichas expectativas han sido superadas con creces.
En esta segunda parte aparecen gran diversidad de nuevos personajes secundarios. Por lo general, esto hace que la trama se enrede y cueste seguir por individual cada historia, sin embargo, en este caso, el autor ha sabido como entrelazar las vidas de cada uno de ellos para que todo sirva a un fin mayor de lo que en un principio podemos llegar a pensar.
El Worldbuilding de Nimbo está muy bien estudiado. La ambientación es mucho más detallada que en el anterior libro. Esto aporta una visión más clara de las clases sociales, la estructura interna del Nimbo y la de los segadores. Todo ello contribuye a la construcción de una maravillosa distopía.
Nos encontramos, una vez más, con que la pluma de Neal Shuterman es magnífica; tiene un estilo ágil, coloquial en los diálogos y formal en las reflexiones de los segadores y del Nimbo, algo que se agradece, ya que esa dualidad es lo que convierte una novela juvenil en una historia llena de motivaciones, cavilaciones existencialistas, proyecciones morales sobre un futuro resuelto y un pasado que poco dista de nuestra actual realidad.
“Existe una fina línea divisoria entre la libertad y el permiso. La primera es necesaria. Lo segundo es peligroso, quizá lo más peligroso a lo que se haya enfrentado la especie que me creó”.
Encontramos muchos más giros en la trama que en Siega, cada giro argumental genera una impresión mayor que el anterior , lo cual ha hecho de esta una magnífica obra.
Uno de los puntos más favorables de esta segunda parte ha sido los momentos de tensión en los que te mantiene la trama, momentos en los que suceden diversas narraciones paralelas en el tiempo, sin llegar a aducir sobre el fondo del asunto, lo que termina con un desenlace de lo más prometedor.
Las alusiones al Nimbo me han recordado a la novela 1984 de Orwell, un ente que está constantemente vigilando. La complejidad de su existencia se va desentrañando a medida que avanza la historia. Ha habido una serie de reflexiones muy interesantes, entre ellas;
“La observación perpetua no es nada nuevo: era un dogma básico de la fe religiosa desde los albores de la civilización”.
Lo más complejo, en mi opinión, de este libro, es entender el Nimbo. En ocasiones habla de sentimientos, lo cual es incompatible con su naturaleza tecnológica.
“Existen momentos inconcebibles en los que no encuentro palabras de ninguna lengua ni viva ni muerta. Y en esos momentos, si tuviera boca, la abriría para gritar”.
Lo mejor sin duda alguna ha sido el final, un final apoteósico, un final que no te deja indiferente. La trama se ha complicado hasta tal punto que las ansias por la continuación son infinitas.
Salma.
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